El sistema de salud panameño avanza hacia un modelo coordinado en el que la integración entre el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social toma un rol central. Este proceso permite optimizar recursos, ampliar la cobertura de atención médica y garantizar continuidad en los tratamientos, con respaldo legal, voluntad política y acompañamiento de la sociedad civil.
Sin embargo, señaló que la principal barrera no fue técnica ni financiera, sino política. “Nunca existió una voluntad presidencial real para consolidar el sistema”, indicó, subrayando que actualmente se presenta un escenario distinto, con autoridades que comparten una misma visión y han dejado de lado intereses institucionales.
Salud pública, infraestructura y cobertura nacional
Uno de los argumentos centrales de la integración es el uso eficiente de la infraestructura existente. La CSS cuenta con cerca de 78 instalaciones a nivel nacional, mientras que el MINSA dispone de una red mucho más amplia. Esta diferencia genera vacíos de atención en varias regiones del país, donde existen asegurados, pero no centros del Seguro Social.
Con la integración, los pacientes asegurados podrían acceder a aproximadamente 350 instalaciones en todo el territorio nacional. Abadía advirtió que sería irresponsable destinar grandes sumas a construir nuevas infraestructuras cuando ya existen hospitales y centros de salud operativos del Estado.
Caja de Seguro Social, marco legal y gobernanza unificada
Desde el punto de vista legal, la integración cuenta con sustento en la Constitución, el Decreto 290 del Ministerio de Salud de 2019 y la nueva ley de la CSS. Según Abadía, no se requieren reformas legales profundas, sino una adecuada implementación de normas ya existentes.
La hoja de ruta incluye aspectos clave como la unificación de criterios de gobernanza, la armonización de normas internas y el fortalecimiento de los mecanismos de compensación de costos entre ambas instituciones. Actualmente, existen hospitales donde la atención a pacientes asegurados y no asegurados ya se compensa financieramente, lo que demuestra la viabilidad del modelo.
Un solo tarifario y compras conjuntas en salud
Otro de los puntos críticos es la creación de un tarifario único para los servicios de salud. En la actualidad, un mismo procedimiento puede tener costos distintos según si se realiza en el MINSA o en la CSS. Abadía explicó que este desfase genera ineficiencias y distorsiones en el sistema.
La integración permitiría establecer precios unificados y fortalecer las compras conjuntas de medicamentos, equipos e insumos médicos. Este mecanismo ya se ha comenzado a implementar en algunas áreas y podría traducirse en ahorros significativos para el Estado, además de mayor transparencia en los procesos de adquisición.
Continuidad de tratamientos y atención al paciente
Uno de los beneficios más destacados de la integración es la continuidad en la atención médica, especialmente para pacientes con enfermedades crónicas. Actualmente, cuando una persona pierde su empleo, pierde también su condición de asegurado, lo que interrumpe tratamientos y controles médicos.
Con un sistema integrado y un expediente clínico único, el paciente podría mantener a su médico tratante, independientemente de su estatus laboral. “El sistema actual castiga al paciente y encarece la atención a largo plazo”, advirtió Abadía, al señalar que los pacientes que regresan deteriorados al Seguro Social representan mayores costos para el sistema.
Atención primaria como base del nuevo modelo
Finalmente, la integración apunta a fortalecer la atención primaria como eje central del sistema de salud. Destacó que un modelo integrado permitiría enfocarse en la prevención, el seguimiento continuo y la detección temprana de enfermedades.
“La atención primaria es la base para reducir costos y mejorar la calidad de vida de la población”, sostuvo, enfatizando que la integración no debe verse solo como una medida administrativa, sino como una reforma estructural orientada al bienestar de los ciudadanos.




