Los positivos resultados del sistema bancario panameño son dignos de reconocimiento y aplauso. Sin un banco central, ni seguros sobre depósitos, ni un banco de último recurso, la buena autorregulación y el rol del ente regulador, se han combinado para crear un ambiente de confianza necesaria para que un modelo económico que descansa en la industria de servicios prospere. Estas son algunas de las consideraciones que el economista, Carlos Araúz, brinda al analizar la volatilidad de los mercados financieros en los últimos días.
Un error del equipo gerencial pudo haber sido el primer culpable: vender de la cartera de inversión del banco 21 mil millones de dolares, generando una perdida real de 1,800 millones de dólares, en un esfuerzo por replantear su cartera de liquidez ante la posibilidad de un ajuste a la baja en su calificación de riesgo por parte de Moody's aceleró la debacle.
El economista, concuerda con los expertos estadounidenses al decir que el riesgo de contagio es mínimo y que Silicon Vally Bank es un caso muy particular, casi fortuito, con una cartera de clientes sofisticada que aparenta no estar conectada a otros bancos y por ende, a pesar de ser una de las quiebras más grandes en la historia, su impacto podría contenerse.
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Sin embargo, Araúz considera las recientes pérdidas llevaran a los inversionistas a actuar con cautuela. Por lo que es altamente probable que la velocidad y seguridad con la que inversiones estaban alimentando start ups en tecnología bajen considerablemente. Esto podría resultar en desafíos a corto plazo para el desarrollo de tecnología nueva, diferente e innovadora. El ruido del banco cayendo se mezcla con el estallido de FTX en el mercado de crypto activos. Tiempos que sin duda llaman a la cautela y a la prudencia.