Una caravana con decenas de migrantes, la mayoría venezolanos, cruzaron sin autorización este martes, la frontera de Paso Canoas, ubicada entre Costa Rica y Panamá, con la intención de retornar a sus países de origen en Suramérica, acción que motivó la intervención de unidades policiales y del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).
Panamá destacó que los migrantes varados en el control fronterizo, deben someterse a un proceso ordenado de deportaciones, como se ha venido realizando por parte del gobierno.
"Fuimos a buscar un sueño y una misión que no se pudo cumplir y ahora vamos de regreso a casa de nuevo", dijo a la AFP un migrante que no se identificó.
Otros migrantes señalaron a medios de prensa local que también regresaban frustrados por "la situación en Estados Unidos", que endureció sus políticas contra la migración irregular bajo el segundo mandato presidencial de Trump.
Panamá y Costa Rica acordaron medidas
Poco antes de que fueran obligados a dar marcha atrás, los ministros de Seguridad de Costa Rica, Mario Zamora, y de Panamá, Frank Ábrego, habían acordado que los migrantes serían enviados a un albergue en territorio costarricense.
En el albergue serán sometidos a controles biométricos para descartar antecedentes penales y luego serán enviados en autobús a Panamá para su repatriación "por vía aérea o marítima", según un comunicado del Ministerio de Seguridad de Panamá.
"Queremos garantizar un flujo migratorio ordenado, legal, humanitario y seguro", señaló Zamora, según la nota oficial.
Los migrantes, que regresan desde México y países de Centroamérica, y entre los cuales había varios niños, habían permanecido por unos cuatro días en el paso fronterizo con la esperanza de entrar a Panamá y seguir hacia sus países en Sudamérica.
Pero la policía panameña les impidió cruzar sin documentos, lo que motivó el malestar de los migrantes y obligó a las autoridades de los dos países a intervenir y pactar el mecanismo de repatriación.
Muchos de esos migrantes habían cruzado semanas o meses antes la peligrosa selva panameña del Darién, limítrofe con Colombia. En lo que va de año, la han cruzado unas 2.500 personas, un 95% menos que en el mismo periodo del año anterior.