El vicepresidente de CONATO, Juan Samaniego, describió un escenario tenso en la mesa de discusión del salario mínimo, marcado por la falta de consenso dentro del propio sector trabajador. Según relató, mientras CONATO llegó con una propuesta unificada, otros grupos en referencia directa a CONUSI se negaron a construir una postura común, incluso evitando las reuniones de conciliación.
CONATO, por su parte, presentó un planteamiento basado en la evolución de la canasta básica que, recordó, lleva ocho años en ascenso y en el cálculo de un hogar promedio de cuatro personas. Su propuesta parte de un “techo” de 900 dólares, equivalente a 1.800 dólares por familia. “Los trabajadores no llegan a cubrir sus necesidades básicas; la situación es insostenible”, advirtió.
El dirigente también criticó lo que llamó “neosindicalismo necesario”, una evolución del movimiento obrero ante la pérdida de confianza hacia antiguos liderazgos. Señaló que algunos dirigentes que hoy exigen aumentos dramáticos llegaron a manejar planillas de 5.000 dólares, situación que calificó de incoherente frente a la realidad del trabajador promedio: “¿Cómo hablas de salario mínimo desde una planilla así?”.
Samaniego insistió en que él mismo vive de su quincena, sin bienes ostentosos ni privilegios, y que esa es la verdadera distancia entre la dirigencia tradicional y la clase obrera que “no llega a fin de mes”, obligada a endeudarse con tarjetas de crédito.
También reaccionó a la idea de unificar salarios entre dirigencias y trabajadores, pero advirtió: querer que todos ganen 5.000 o 7.000 dólares “no es viable en una economía circular” donde la capacidad de pago depende de las ventas. “Engañar al trabajador con cifras infladas no es CONATO”, sentenció.
CONATO asegura seguir abierto al diálogo con todas las organizaciones sindicales, pero mantiene que la propuesta debe ser responsable y sostenible: defender derechos sin romper la capacidad de las empresas para sostener empleos.




