Los impuestos son jarabes necesarios para aliviar malestares y bien administrados, pueden facilitar la programación de soluciones. En la región, no existe un impuesto al consumo más bajo que en Panamá. Este país cuenta con una economía consumista que apuesta al comercio al por menor y a la construcción como motores vitales. Cuenta con un ITBMS que podría ser fuente de ingresos adicionales para finalmente llevar agua potable a la 24 de Diciembre o a Mañanitas.
En su análisis de Conexión Financiera el economista, Carlos Araúz aseguró que los impuestos bien manejados pueden solucionar situaciones que, a través de la deuda pública, sería carísimo resolver.
Sin embargo, el tema se complica un poco más cuándo hay evidentes malos manejos en la administración de la cosa pública por poco más de dos décadas y, peor aún, un sistema de justicia que deja caminar impunemente a muchos.
Aunque los impuestos en Panamá son bajos, muchas veces no llegan a las arcas del Estado.
Mientras esto sucede, Latinoamérica promedia un 22% de ingresos en concepto de tributos como porcentaje del Producto Interno Bruto, pero en Panamá apenas con suerte se alcanza un 13.7%, mientras países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) rondan por 39%.
Ello evidencia que, con una eficiente recaudación, los montos por recaudarse andarán por no menos de 3,500 millones de dólares.
Araúz propone que cada centavo que entre a las arcas del Estado producto de una posible reforma fiscal vaya a un fideicomiso que cree nuevos recursos para el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS) y que no sólo esté dirigida a la clase media sino a que las tasas efectivas de recaudación en el segmento corporativo alto estén alineadas con la realidad mundial, al menos un 15%.
Más allá de eso, el tiempo dirá si se puede colaborar y entender la exigencia de los recursos que se necesitan y del impacto que esto podría tener.