El Parlamento de Portugal aprobó este viernes la versión final de una ley que despenaliza la eutanasia, con lo que el país se suma a los pocos del mundo que permite a una persona con una enfermedad incurable poner fin a su sufrimiento. La ley fue adoptada, gracias en particular a los socialistas, que disponen de mayoría absoluta, por 129 votos a favor y 81 en contra, del total de 230 diputados con que cuenta la cámara portuguesa.
Según la nueva ley, las personas de más de 18 años podrán solicitar asistencia para morir si sufren una enfermedad terminal y un sufrimiento insoportable.
Solamente cubriría a quienes sufren dolores "duraderos" e "intolerables", a menos de que no se les considere mentalmente capacitados para tomar una decisión.
Se aplicará a ciudadanos portugueses y residentes legales, y no a extranjeros que llegan al país en busca de un suicidio asistido.
El tema dividió a este país de tradición católica y enfrentó la dura oposición del presidente conservador Marcelo Rebelo de Sousa, un católico practicante.
El proyecto de ley fue aprobado por el Parlamento portugués en cuatro ocasiones en los últimos tres años, pero fue devuelto para una revisión constitucional debido a la oposición del presidente.
Para evitar el veto del jefe del Estado, que dispone ahora de ocho días para promulgar el texto, los socialistas decidieron votar por segunda vez el mismo proyecto de ley.
Tras la publicación de los decretos de aplicación, la ley podría entrar en vigor en otoño, según las estimaciones citadas en la prensa local.
- Rápida aprobación -
Rebelo de Sousa ha vetado proyectos previos por considerar que tenían "conceptos excesivamente vagos", y posteriormente dijo que el lenguaje utilizado para describir las condiciones terminales eran contradictorias y requerían una clarificación.
La nueva versión de la ley establece que la eutanasia sólo está permitida en casos en que "el suicidio médicamente asistido resulte imposible debido a la incapacidad física del paciente".
Rebelo de Sousa pidió a los legisladores precisar quién certificará si un paciente es físicamente incapaz de un suicidio asistido, pero esta vez los legisladores se negaron a modificar el texto.
Pero "la lucha no termina ahí", añade, porque muchos médicos podrían ampararse en la objeción de conciencia para no practicar eutanasias, como hacen algunos en el caso del aborto, legalizado en 2007 en referéndum.
De su lado, los críticos señalan que el tema no ha sido sometido a referendo y esperan que los diputados de oposición vuelvan a pedir a la Corte Constitucional revisar el proyecto.
La eutanasia y el suicidio asistido están autorizados solo en un puñado de países europeos, incluidos España, Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos.