Tras semanas de confrontación política, el presidente Joe Biden firmó el sábado la ley que eliminó el riesgo de impago de la deuda de Estados Unidos. Esta semana el Congreso aprobó la "Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023", que suspendió el tope de la deuda pública estadounidense hasta enero de 2025 y fija también determinados objetivos presupuestarios.
Lo que estaba en juego en esta confrontación financiera era también muy político.
Como candidato a la reelección, Biden sabe que su primera desventaja es su edad, 80 años. Ahora espera que solucionado este problema que tuvo a Estados Unidos a un tris de un bochornoso default, se refuerce su liderazgo.
Biden tuvo también palabras de "saludo" al jefe republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, su principal oponente en las negociaciones.
Para McCarthy, se trataba de consolidar su autoridad sobre un grupo parlamentario variopinto, que abarca desde conservadores moderados hasta ardientes partidarios del expresidente Donald Trump.
También candidato presidencial para 2024, Trump bregó por aplicar mano dura en las negociaciones con la Casa Blanca.
Al final, cada bando se atribuye haber ganado algo. Los republicanos están conformes porque consiguieron congelar algunos gastos, por haber preservado el grueso de las prestaciones sociales y las grandes inversiones.
Joe Biden: "Nada hubiese sido más catastrófico"
Es poco probable que esta batalla sobre las finanzas públicas, que ya ocurrió cuando Barack Obama era presidente, influya mucho en las elecciones de 2024, pero dejó huellas.
La agencia de calificación Fitch mantuvo en revisión la preciada calificación AAA de Estados Unidos, deploró la "polarización política" y constató "un deterioro constante de la gobernanza en los últimos 15 años".
Como casi todas las economías desarrolladas, Estados Unidos vive a crédito y, en términos absolutos, tiene la mayor carga de deuda del mundo.
Pero ningún otro país industrializado se enfrenta regularmente a un techo de deuda rígido que el Congreso deba elevar.