Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE celebran mañana una cumbre en la que esperan que el primer ministro británico, David Cameron, dé pistas sobre los plazos para notificar la salida del Reino Unido de la Unión y sobre la nueva relación que el país quiere entablar con los restantes 27 socios.
Cameron, que ha visto como la victoria del "brexit" ha sumido al país en una profunda crisis interna, anunció el mismo viernes su intención de dejar el cargo de primer ministro para octubre y su deseo de que sea su sucesor el que active el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que inicia oficialmente el proceso de retirada.
Los gobiernos nacionales consideran que sería mejor no alargar la incertidumbre hasta octubre, pero mientras unos dicen que "tampoco hay que precipitarse", otros son partidarios de dar poco margen a Londres.
"Hay que mostrarse riguroso, serio y exigente" porque de lo contrario "se da alas a los demás" para que sigan el ejemplo británico, explican fuentes diplomáticas.
Reconocen que "jurídicamente no hay manera de obligar" al Reino Unido a activar el artículo 50, pero sostienen que si Londres retrasa sine die la notificación formal hay socios comunitarios que ya han planteado la posibilidad de recurrir al artículo 7 del Tratado, que supone suspender el voto británico en el Consejo de la UE.
Estas mismas fuentes niegan, no obstante, que exista un espíritu de venganza, aunque admiten que "igual a algún Estado miembro se le ha escapado una amenaza acerca de llevarse a los bancos" británicos.
El ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, ha admitido abiertamente que Francia estaría interesada en atraer actividades de mercado situadas en Londres a la plaza financiera de París, una ambición que comparten Fráncfort y Amsterdam.
"A partir de ahora la relación con el Reino Unido cambia", sostienen las fuentes, que también explican que se pasará a "aplicar las reglas con rigor y no con la benevolencia reciente" en cuestiones como las normas fiscales.
La UE concedió en 2015 al Reino Unido dos años adicionales, hasta 2017, para situar su déficit público por debajo del 3 % del PIB que marca la legislación comunitaria.
Más allá de los plazos de notificación, los Estados miembros esperan una "discusión franca" con Cameron a lo largo de la cena de trabajo, en la que ofrezca algún tipo de indicación sobre la relación que el país quiere entablar con la UE una vez abandone el bloque comunitario.
Fuentes diplomáticas francesas apuntaron a que si el Reino Unido quiere mantener el acceso al mercado interior debería aceptar que la legislación comunitaria estaría por encima de la nacional, tendría que reconocer a las autoridades europeas de competencia, así como acatar las posibles sanciones de la CE o del Tribunal de Justicia de la UE.
"Resulta difícil creer que (Londres) vaya a aceptar" este tipo de planteamiento "cuando ha celebrado un referéndum para conseguir justo lo contrario", consideraron.
Otras fuentes apuntan a que lo primero es ver qué modalidades existen dentro de los acuerdos que la UE mantiene ahora con países terceros y ver cuál es el que más se adapta al Reino Unido
En cualquier caso, el mensaje en el que se ha insistido desde Bruselas es que "no hay vía alternativa" y no se entrará a negociar un acuerdo de asociación con el Reino Unido, ni tan siquiera de manera informal, hasta que no se haya notificado el artículo 50.
"Partimos del hecho de que el Gobierno británico tenga la intención de respetar el referéndum", dijeron otras fuentes europeas, que aseguraron que los 27 socios restantes trabajan sobre ese único escenario.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que hoy visitó Berlín, París y Roma, tendrá mañana reuniones bilaterales previas a la cumbre con Cameron y el presidente del Gobierno español en funciones, Mariano Rajoy, entre otros.
Ya el miércoles, los Estados miembros celebrarán su primera reunión a 27, sin el Reino Unido, en la que acordarán una declaración de reacción al referéndum y abordarán el futuro del proyecto europeo.