Para Juan Camilo Nariño, el debate sobre la industria minera debe dar un giro urgente. “Es contradictorio pedir un mundo más verde y al mismo tiempo rechazar la minería. Los minerales son indispensables para lograrlo”, sostuvo el presidente de la Asociación Colombiana de Minería en la que defendió la viabilidad de una industria extractiva ética, con propósito social y compatible con la biodiversidad.
La clave de una minería con futuro
Para lograr una minería compatible con el desarrollo ambiental, Nariño plantea un marco regulatorio estable, transparente y coherente, que brinde seguridad jurídica tanto a inversionistas como a comunidades y al Estado. “La industria no pide permisos laxos, sino reglas claras y estrictas, como sucede en los países donde funciona bien”.
El ejecutivo citó como ejemplo a Noruega y Japón, que hoy impulsan la exploración minera incluso en el lecho marino, incentivando la inversión con regulaciones compatibles con los objetivos ambientales globales.
Caso colombiano: minería como seguro económico
En Colombia, según Nariño, la minería ha sido clave para el desarrollo social y económico. “Durante los últimos dos años, el país recaudó 35 billones de pesos entre impuestos y regalías. Esa cifra equivale a la suma de los 10 años anteriores”, destacó. Añadió que en las regiones mineras también hay mayor dinamismo empresarial, impulsado por la actividad extractiva.
“Sin minería, los colombianos habríamos pagado más impuestos, tendríamos más deuda y menos inversión social”, dijo, enfatizando que cada vez más colombianos ven esta industria como parte de su cotidianidad económica.
Recomendaciones para Panamá:
Consultado sobre el contexto panameño, Nariño consciente de la reciente crisis tras el fallo que declaró inconstitucional el contrato minero en Donoso recomendó centrar el diálogo en el “cómo”: cómo garantizar una minería bien hecha, con beneficios para las comunidades y altos estándares ambientales.
“Conversaciones para el sí”, sugirió, subrayando que si Panamá ya tiene una mina construida, lo más sensato y estratégico es aprovechar el activo, hacerlo bien, y convertir el reto en una oportunidad. “Cerrar una mina sin un proceso técnico y social robusto es una mala gestión del recurso que ya se tiene”, concluyó.