Un joven blanco de ideas supremacistas que disparó y mató en 2019 a 23 personas, la mayoría de origen latinoamericano, en la ciudad fronteriza de El Paso, en Estados Unidos, fue sentenciado a 90 cadenas perpetuas el viernes, y aún podría enfrentar la pena de muerte.
"Nadie en este país debería tener que vivir con miedo a la violencia alimentada por el odio, que serán atacados por su apariencia o su origen", dijo el fiscal general de los Estados Unidos, Merrick Garland, en un comunicado.
El tirador condujo unos 1.060 kilómetros desde Allen, cerca de Dallas, hasta el supermercado de Walmart en El Paso, frontera de Estados Unidos con México, portando un rifle de asalto y 1.000 rondas de municiones. Abrió fuego contra un grupo de personas en el estacionamiento matando a 23 e hiriendo a 22.
Según la acusación federal, antes del ataque, Crusius subió un documento a Internet titulado "La verdad incómoda" en el que dice que su acción "es una respuesta a la invasión hispana de Texas". Dijo que estaba defendiendo a su país ante el "reemplazo cultural y étnico", un concepto de los supremacistas blancos que sostienen que otros grupos étnicos los están "reemplazando" en la población.
Cuando apareció la policía, salió de su automóvil y se identificó como el tirador. Mientras estaba bajo custodia, Crusius declaró que quería matar a "mexicanos". La masacre encendió un debate sobre cómo repetidas críticas del entonces presidente Donald Trump (2017-2021) a los inmigrantes influyeron en el comportamiento de personas que lo apoyaban.
Joe Spencer, abogado del acusado, dijo a la prensa que su cliente no es un racista sino una persona con problemas mentales.
El ataque de Crusius fue el quinto tiroteo masivo más mortífero en la historia de Estados Unidos. Se produjo dos años después de que un hombre matara a tiros a 58 personas en un concierto al aire libre en Las Vegas y tres años después de que un hombre asesinara a 49 personas en un club nocturno de la comunidad LGBTQ+ en Orlando, Florida.