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"Mamá Merkel" es el grito de amor de los refugiados sirios en Alemania

"Mamá Merkel" es el grito de amor de los refugiados sirios en Alemania A la salida de un centro de acogida de refugiados, Ramadan Salah esgrime con orgullo su teléfono celular y el selfie que se tomó con la canciller alemana Angela Merkel y afirma sonriente: "Es como una madre para nosotros".



Albergado en ese refugio del barrio de Spandau en Berlín, este kurdo de Siria que huye de la guerra no duda en declarar su afecto por la dirigente alemana que se volvió en las últimas semanas ferviente defensora de recibir a los sirios en una Unión Europea ampliamente reticente a acoger inmigrantes.



"Ayudó a tantos refugiados (...) era un sueño para mi sacarme una foto con la señora Merkel, y ahora es una realidad", proclama este jueves este hombre de 35 años que espera obtener el estatuto de refugiado para hacer venir a sus hijos, que se quedaron en su patria devastada.



"Espero que +Mamá Merkel+, si Dios quiere, ayude todavía más a los sirios, a los refugiados", dice, y confiesa que "puso en las manos" de la canciller una carta para agradecerle.



Esta pasión por la dirigente conservadora en particular y Alemania en general se escucha en muchos labios de inmigrantes que atravesaron por mar, ferrocarril y a pie las fronteras, a veces arriesgando su vida para llegar a Alemania.



Fotos de los refugiados con imágenes de Merkel colgadas del cuello caminando a través de Hungría, han dado la vuelta al mundo.



En Giessen, en la región de Hesse (centro), 5.000 fueron albergados en un viejo excuartel del ejército estadounidense. Al ver a los periodistas, los residentes expresan su reconocimiento a un país dispuesto a recibir 800.000 demandantes de asilo este año.



"La escuela (de alemán del centro) está bien, Alemania está muy bien", dice en inglés un sirio de unos cuarenta años.



A la entrada del edificio, un afgano de unos treinta años agrega que "¡estamos felices aquí, por favor no nos manden de regreso!".



Lejos de los estallidos de morteros, el silbido de las balas, aquí los niños juegan en pequeños terrenos de juego con columpios, recipientes con arena y toboganes. Cursos de alemán son organizados y una enfermería fue instalada en un contenedor.



Orgulloso del trabajo cumplido, el ministro de Asuntos sociales de Hesse, Stefan Grüttner, se muestra visiblemente conmovido por el regalo que recibió de un niño: una pequeña bandera alemana de papel en la que dibujó un corazón.



"Eso me estremece" de emoción, afirma.



El afecto de los refugiados por Alemania parece recíproco. Las autoridades en Berlín y Giessen destacan que todo está transcurriendo bien pese al gran aflujo, los plazos de tratamiento de los expedientes y la promiscuidad.



"Por supuesto que en las conversaciones se subraya que hay asuntos por solucionar, que hay problemas, pero en general hay un alto nivel de satisfacción", dijo Grüttner, quien augura que los 1.000 refugiados que duermen en carpas encontrarán vivienda antes del invierno.



Y Angela Merkel, luego de su visita al centro de Spandau, tras hablar con los refugiados, expresó su voluntad de recibir e integrar a esas víctimas de guerra.



"La integración se hará en parte gracias a los niños, que aprenden alemán muy rápido en la escuela. Y espero, creo, que todos, aquí, querrán aprender nuestra lengua", insistió.