El exembajador de Panamá en Estados Unidos, Jaime Alemán, quien formó parte de la tripulación del vuelo suborbital New Shepard NS-32 de Blue Origin y se convirtió en uno de los primeros centroamericanos en participar en una misión al espacio, nos compartió su experiencia. “Visitar todos los países del mundo nunca fue un objetivo planeado, sino una pasión que nació en mi infancia, cuando los álbumes de figuritas eran mi forma de descubrir el mundo”.
Su primer gran viaje llegó a los 11 años, cuando acompañó a sus "nanas" a las cataratas del Niágara, mientras su padre estaba en plena negociación de los Tratados del Canal de Panamá. Desde entonces, la curiosidad se transformó en un impulso constante.
Antes de los 20 años, ya conocía prácticamente toda Europa, y buena parte de África y Asia. "Fue evolucionando de una manera normal y natural", dijo.
Pero con el tiempo, su espíritu aventurero se convirtió también en un récord mundial: es una de las pocas personas en la historia (la número 180, según Nomadmania) en haber visitado todos los países del planeta. "Nunca tuve eso en mente", admitió. Fue su esposa, cuando él la acompañaba en París durante su misión diplomática, quien lo animó a aprovechar el momento para completar los países que le faltaban en África, Medio Oriente y Asia Central. "Así salí y terminé justo antes de la pandemia, en marzo de 2020."
Un paso más allá: el espacio
El siguiente sueño era aún más ambicioso: viajar al espacio. Pero, ¿era una extensión de su espíritu explorador o el deseo de alcanzar un nuevo récord? "Era una combinación", confesó. "Mi curiosidad siempre me ha llevado a soñar con el espacio, y también estaba el ego de ser el primer humano en lograr ese sueño."
Sin embargo, fue su hija compañera frecuente en sus viajes quien le recordó que no debía obsesionarse con los récords. "Tú nunca has hecho esto por récord, es una cosa muy personal", le dijo. Ese consejo lo ayudó a concentrarse en la experiencia, más que en la meta.
Preparación y miedos
No todo fue fácil. Alemán admite haber enfrentado temores, como la claustrofobia y el miedo a las alturas. "Mi hija me ayudó mucho, me dijo que la cápsula no era tan intimidante como pensaba." Además, se preparó mentalmente con ejercicios y simulaciones, incluso subiéndose a torres en Gamboa para superar sus miedos.
La posibilidad de un accidente estaba presente. "Cuando mandé el abono para el vuelo, esa noche no dormí", reveló. Y aunque los vuelos de Blue Origin tenían pocas misiones tripuladas (solo 12 hasta entonces), asumió el riesgo con una mezcla de preparación y espiritualidad. "Tuve un momento muy fuerte, sentí la presencia de mi madre, que me decía 'no te preocupes'. Ahí se me fue el miedo."
El espíritu del explorador
Alemán no es ajeno a los riesgos. Lo demostró en 2018, cuando viajó a Afganistán en plena guerra. "Cuando bajé del avión, un soldado de la OTAN me dijo: 'Señor, lo van a matar, aquí no hay lugar seguro'. Y aun así exploré el país."
Su respuesta es clara cuando se le pregunta si estaría dispuesto a sacrificar su vida por su pasión de explorador: "Cuando eres explorador, no hay nadie ni nada que te detenga."