El Ministerio de Ambiente (MiAMBIENTE) informó que mantiene una ruta de dedicación, preservación y protección de los humedales de Panamá Viejo, destacando su valor ecológico y cultural. A través de proyectos de investigación, educación y colaboración comunitaria, se busca garantizar la conservación de este ecosistema vital, esencial tanto para la biodiversidad local como para el patrimonio histórico de Panamá.
El sitio de Panamá Viejo tiene una relevancia ecológica única, sirviendo como fuente de alimento, refugio y área de reproducción para miles de aves playeras que, durante su ciclo migratorio, especialmente en el invierno ártico, encuentran en los gusanos marinos de la zona intermareal la energía necesaria para sobrevivir.
Este humedal abarca aproximadamente 83 hectáreas, de las cuales 66 son fangales y 17 hectáreas corresponden a manglares.
Según Samira Kiwan, bióloga de MiAMBIENTE, la flora del área está compuesta principalmente por mangle blanco o mariangolo (Laguncularia racemosa), que cubre el 90 % de la superficie del manglar, y mangle salado o negro (Avicennia bicolor), que representa el 10 % restante. Estas especies a su vez alimentan a peces como pargos, robalos y corvinas.
Contaminación
A pesar de su riqueza natural, esta zona enfrenta amenazas debido a la contaminación, especialmente por aguas residuales, residuos sólidos, grasas, aceites e hidrocarburos que se vierten en drenajes y ríos, afectando los manglares y la fauna que habita en ellos.
MiAMBIENTE, mediante la Dirección de Cultura Ambiental, organiza jornadas de voluntariado para limpiar playas, y cuenta con el apoyo de dos Organizaciones de Base Comunitaria (OBC) que realizan actividades de saneamiento y sensibilización en fechas importantes para la protección de estos ecosistemas marino-costeros. Además, el Patronato de Panamá Viejo promueve la educación ambiental para concienciar sobre la relevancia de los manglares.
Kiwan también señaló que se han establecido parcelas de monitoreo para estudiar la influencia de fenómenos climáticos, como el evento de El Niño 2015-2016, que provocó defoliación y muerte en los manglares. La investigación tiene como objetivo documentar la recuperación de estos ecosistemas y comprender mejor los factores que inciden en estos fenómenos, con el fin de adoptar medidas preventivas y de recuperación en el futuro, en un contexto de cambio climático.