A pesar de que Darién no es una ruta segura para la migración, en los primeros siete meses de este año, más de 52 mil menores de 18 años y mujeres embarazadas de más de 50 nacionalidades, han atravesado la peligrosa selva. Hoy día, una de cada cuatro personas en movilidad en América Latina y el Caribe es un niño, niña o adolescente, la proporción más alta a nivel mundial.
Sin duda, la naturaleza de la migración en América Latina y el Caribe ha cambiado dramáticamente en la última década, alcanzando un nuevo récord, en medio de la violencia, la inestabilidad y el cambio climático.
Las autoridades han detectado en la selva del Darién a niños, niñas y adolescentes no acompañados, un fenómeno nuevo que se está dando. Muchos de estos adolescentes entre 15 y 17 años de edad viajan para reunirse con sus familias y otras veces porque la violencia política que viven en sus países hace que tomen la decisión de migrar para protegerse y las familias los apoyan.
En 2018, UNICEF inició acciones en la provincia de Darién para apoyar la respuesta del Estado panameño a la creciente llegada de niños y niñas y sus familias como migrantes, refugiados y solicitantes de asilo por la selva, así mismo a las poblaciones locales impactadas por la migración.
Durante estos años, la cantidad de niños y niñas que ingresaron por la frontera de Panamá con Colombia, en su paso hacia los países del Norte, ha incrementado exponencialmente.
El 2022 cerró con poco más de 40 mil niños, niñas y adolescentes en movilidad que llegaron a las comunidades de acogida en la Comarca Emberá Wounaan y las Estaciones Temporales de Recepción Migratoria en Darién y Chiriquí establecidas por autoridades panameñas, de estos al menos el 50% eran menores de 5 años.