Decenas de miles de brasileños vestidos de verde y amarillo, los colores de la bandera de Brasil, se reunieron el martes en diversos puntos del país para protestar contra de la derrota del presidente Jair Bolsonaro en las elecciones del mes pasado y para exigir la intervención de las fuerzas armadas.
Domingues Carvalho, de 63 años, ha estado manifestándose durante 15 días consecutivos.
Han pasado dos semanas desde que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva venció a Bolsonaro en una de las contiendas presidenciales más reñidas, en la que obtuvo apenas el 50,9% de los votos. Aunque el gobierno de Bolsonaro no se ha opuesto a la transición de poderes, el mandatario derechista sigue sin reconocer su derrota y sin felicitar a su adversario.
Muchos de sus simpatizantes han seguido sus pasos, rehusándose a aceptar los resultados. En algún momento amenazaron con paralizar al país al bloquear más de 1.000 caminos y autopistas. El 11 de noviembre, el Supremo Tribunal Federal ordenó a las autoridades despejar todos los caminos y espacios públicos.
Los manifestantes también han denunciado el cierre de muchas cuentas y grupos de simpatizantes de Bolsonaro en redes sociales por parte de lo que consideran una autoridad electoral sesgada. Han dicho que esas decisiones son actos de censura.
El presidente de la autoridad electoral y juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, dijo esta semana en una conferencia en Nueva York que “la democracia fue atacada, pero sobrevivió”.
“El poder judicial no fue cooptado, no fue expandido, fue una barrera ante los ataques a la libertad”, subrayó.
Bolsonaro ha cuestionado en reiteradas ocasiones la fiabilidad del sistema de votación electrónica del país. En algún momento aseguró que tenía pruebas de fraude pero nunca presentó evidencia alguna cuando el tribunal electoral le ordenó hacerlo.
Extrañamente, desde que perdió la elección, el usualmente impetuoso Bolsonaro ha permanecido en silencio y ausente de las redes sociales.
Para Daniela Rodrigues, de 54 años, Bolsonaro, un excapitán del Ejército, debería permanecer en el poder con la ayuda de las fuerzas armadas. Entre otras cosas, Rodrigues expresó su desconfianza en los resultados oficiales que muestran que más de 100 de las alrededor de 500.000 urnas en todo el país tenían el 100% de los votos para un solo candidato, y muchas de ellas eran en favor de Lula. “Es ahora o nunca”, comentó.
Habitantes de una ciudad china se rebelan contra el confinamiento por el covid-19
Protestas similares se han desarrollado en la capital Brasilia, Sao Paulo, Belo Horizonte y otras ciudades.
En Brasilia, un grupo de periodistas tuvo que salir de una multitud escoltado por miembros del ejército, informó el periódico Folha de S. Paulo. Además, policías bloqueaban el acceso a una enorme plaza en la que se suelen realizar protestas y que se ubica cerca de oficinas de gobierno y del Congreso.
Muchos de los manifestantes habían tenido esperanzas de que un reporte del Ministerio de Defensa, al que Bolsonaro pretendía involucrar en la supervisión electoral, sustentara sus acusaciones. El documento, dado a conocer la semana pasada, propuso mejoras para atender algunas fallas en los sistemas electorales de Brasil, pero no incluyó evidencia alguna de fraude.
La procuraduría general revisó el reporte y “no encontró hechos concretos” que justifiquen el inicio de una investigación a las máquinas de votación electrónicas, reportó Folha de S. Paulo el lunes, citando documentos.