Para el consultor laboral René Quevedo, Panamá atraviesa una crisis estructural sin precedentes, marcada por la expulsión de la inversión privada, el crecimiento del empleo informal y el endeudamiento acelerado. “Nos estamos volviendo un destino hostil para la inversión. Sacamos 4,600 millones de dólares de la economía privada en los últimos cinco años y lo reemplazamos con deuda”, advirtió.
Según datos citados por el consultor, entre 2004 y 2012, el dinamismo económico permitió que el 80% de los nuevos empleos fueran asalariados privados. En ese periodo, dos de cada tres profesionales universitarios lograban insertarse en el mercado laboral.
Pero desde 2012, el patrón se revirtió:
-
Solo 1 de cada 3 graduados encuentra empleo,
Se han perdido 24 mil plazas asalariadas en el sector privado,
Y se han incorporado 63 mil funcionarios públicos y 264 mil informales.
Crisis en Bocas del Toro e impacto
Quevedo también se refirió al caso de Bocas del Toro, donde los recientes conflictos sociales y cierres de vías han paralizado la actividad. Lo calificó como una muestra de cómo las consignas están reemplazando la institucionalidad, lo que aumenta la incertidumbre y espanta aún más a la inversión privada. “La economía en Bocas está en jaque mate. Esta provincia necesita un "Plan Marshall" para reconstruir sus fuentes de empleo”.
Cierre de la mina
Solo por el cierre de la mina, según sus cifras, la economía dejó de percibir 900 millones al año, y se suman más de 2,100 millones menos en financiamiento bancario al sector productivo tras la pérdida del grado de inversión.
Uno de los efectos más alarmantes, según Quevedo, es la exclusión de los jóvenes del sistema productivo. En 2009, representaban 1 de cada 4 trabajos nuevos. Hoy, el 60% trabaja en la informalidad y más de 10 mil jóvenes han perdido sus empleos asalariados en los últimos cinco años.
Para Quevedo, el problema no es una ley puntual, como la 462 de la CSS. “El fondo del problema es que el Estado ha asumido el rol exclusivo de generador de empleo formal. Eso no es sostenible”. Plantea como salida:
-
Un diálogo nacional basado en datos verificables, no consignas políticas;
Recuperar la confianza del sector privado como motor de empleo;
Atacar la incertidumbre, que considera “el peor enemigo de la inversión”.
Aunque valora programas como Mi Primer Empleo o las ferias laborales del Mitradel y la Cámara de Comercio, afirmó que el tamaño del problema exige medidas más profundas y urgentes.