Panamá, 24 de junio 2020
Los números rara vez mienten: el número de residentes en este país que ganan su sustento de manera decente pero informal es de casi 750 mil. Es un número realmente revelador de un sistema insostenible para llegar a disminuir la multidimensionalidad de la pobreza. Es imposible resolver temas actuariales como el de la Caja de Seguro Social con números como éstos.
La moratoria bancaria ha pasado por un escrutinio único, muy particular. Es muy probable que se haya fallado en la manera, en la forma de comunicar mensajes que pretenden ayudar, entender los duros momentos que se viven. La deuda privada de los panameños llega a $55 mil millones de dólares, más alta que la pública por mucho. De estos $55 mil millones casi la mitad han sido reestructurados, modificados, ajustados por lo que hay que reconocer el famoso componente solidario; pero es que en materia bancaria hay que hilar un poco más fino y si algunas personas quizás por temas políticos o por otras razones no han querido o no han podido hacerlo pues aquí con gusto lo aclaramos: exonerar el cobro de intereses es condenar al país en materia operativa a una muerte lenta porque inevitablemente habría una corrida de depósitos bancarios, pilar fundamental del dinero, de la liquidez y por ende tendría consecuencias catastróficas. No tendríamos que preocuparnos de la pandemia porque el estallido social se encargaría de destruirnos.
La moratoria con o sin acuerdo formal, final, legal o constitucional está ocurriendo. La ley 287 ha sido ajustada y ahora el Ejecutivo tiene menos de un mes para sancionarla. Hoy debe usted proceder a contactar a su banco con urgencia para sustentar por qué debe recibir el beneficio de este “ aire “ y porqué debe ser hasta diciembre en una segunda fase. Si puede usted pagar algo, hágalo, también está siendo solidario con el funcionamiento del país y la supervivencia de miles de familias.
Estamos viviendo tiempos complejos donde el tejido humano es lo que se está descosiendo; donde lágrimas corren por las mejillas de familias que pierden, perdemos seres queridos que no regresarán.
Sigamos vigilantes para ver qué se puede rescatar de las diferentes mesas de trabajo donde se discuten acciones por el futuro del país. Y, por encima de todo, entendamos que hay que desprenderse con humildad de cualquier agenda que pueda desviarnos del Panamá que merecemos.
FUENTE: Redacción Eco