Latinoamérica está emergiendo como un mercado crucial para las empresas chinas en el sector de energía solar, especialmente en la adopción de inversores solares, dispositivos que convierten la energía captada por los paneles solares en electricidad. México lidera la región en la implementación de esta tecnología, seguido de cerca por Brasil, Panamá, Chile y Colombia, según un análisis de la compañía china Solis Inverters.
A pesar de los desafíos regulatorios, como los recientes cambios que involucran a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) dentro de la Secretaría de Energía, México continúa siendo un destino atractivo para las inversiones solares. Solis Inverters, que exportó más de 2 GW a México, destaca que el país representa más del 50% de la generación distribuida en la región.
Panamá se ha fijado la meta de instalar cerca de 2 GW
Por otro lado, Panamá ha comenzado a destacarse en la región en la adopción de energía solar. Para junio de 2024, el país alcanzaba los 112,78 megavatios (MW) en generación distribuida, especialmente en sectores residenciales y comerciales. De esta cifra, el 78% se incorporó en los últimos cinco años, con un notable crecimiento de 12,31 MW en los primeros meses de 2024. Panamá se ha fijado la meta de instalar cerca de 2 GW de generación renovable hacia finales de la década, un avance impulsado por políticas de transición energética que buscan reducir los costos de la electricidad y mejorar la sostenibilidad energética.
Este aumento en la inversión en sistemas solares refleja una tendencia más amplia en Latinoamérica, donde países como Brasil, Chile y Colombia también están adoptando sistemas solares en la modalidad de generación distribuida. La adopción de tecnologías como los inversores solares no solo contribuye a diversificar la matriz energética, sino que también es un paso significativo en la lucha contra el cambio climático, al reducir la dependencia de los combustibles fósiles y sus efectos negativos en el medio ambiente.
Con estos avances, Latinoamérica se perfila como un punto de convergencia clave para la transición energética global, con Panamá desempeñando un papel esencial en este proceso.