La exdirectora del Servicio Nacional de Migración de Panamá, Samira Gozaine, detalló cómo la pandemia, el crimen organizado y el desinterés internacional agudizaron una crisis migratoria que dejó millones en gastos, daños ambientales y caos humanitario en la frontera panameña.
Gozaine señaló cómo nacieron las falsas “agencias de turismo” que vendían el cruce del Darién como una aventura segura, cobrando entre 900 y 1,200 dólares por persona. “La realidad era otra: los asaltaban, los violaban, los mataban”, relata con crudeza.
La cifra se disparó: en 2021, más de 130 mil personas cruzaron la frontera. En 2022, el número se duplicó. Y en el último año de gestión de Gozaine, medio millón de migrantes atravesaron el Darién, colapsando comunidades como Bajo Chiquito, donde vivían apenas 100 personas.
El impacto también fue económico. El Estado panameño invirtió cerca de 85 millones de dólares en atención a los migrantes. Y la presión internacional era constante. “Nos decían que había que dejarlos pasar por razones humanitarias. Pero yo insisto: no hay nada humanitario en permitir que crucen una selva tan peligrosa como el Darién”.
Barreras, política y abandono en la migración
Gozaine reveló que Panamá presentó a EE.UU. un plan de cierre de frontera valorado en 600 millones de dólares, con barreras más firmes que las serpentinas actuales. La propuesta fue ignorada.
Panamá: país de tránsito, no de destino
Pese al volumen migratorio, solo una ínfima parte se queda en Panamá. “Es un país caro y con leyes muy restrictivas: los médicos, abogados y odontólogos extranjeros no pueden ejercer”, aclara. En el programa de protección temporal solo se inscribieron 11 mil personas, de un total estimado de un millón en tránsito.
Gozaine apoya una política migratoria ordenada, legal y basada en realidades económicas: “Los países debemos sentarnos y definir cuántas personas puede absorber cada economía. No puede ser a la ligera. No puede ser 'porque quiero, puedo y me da la gana'”, sentencia.
La exdirectora no esconde su postura: admira el enfoque de orden de gobiernos como el de Trump, y recalca que la migración debe dejar de ser vista como problema exclusivo de los países de tránsito. “Esto es un problema del país de destino. Hasta que eso no se entienda, la crisis seguirá”.