Nicaragua solicitó este viernes su salida de la Organización de Estados Americanos (OEA), que desconoció la legitimidad de los comicios del 7 de noviembre, donde el presidente Daniel Ortega fue electo para un cuarto mandato consecutivo.
En la carta, dirigida al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, el canciller dice que actúa por instrucciones del presidente Ortega. El proceso de salida dura dos años, plazo en el cual Nicaragua debe cumplir con obligaciones que tenga pendientes con el organismo.
Daniel Ortega, un exguerrillero de 76 años y en el poder desde 2007, obtuvo su cuarto mandato consecutivo, con siete de sus posibles rivales de oposición presos bajo cargos de conspiración y otros delitos formulados previo a los comicios, en medio de fuertes críticas internacionales.
Estados Unidos le tiene prohibida la entrada a él, a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo y a sus ministros.
El gobierno de Daniel Ortega tomo la decisión luego que la Asamblea General de la OEA desconoció el pasado 12 de noviembre la legitimidad de las elecciones nicaragüenses, con el apoyo de 25 de sus 34 miembros.
Las elecciones "no fueron libres, justas, ni transparentes y no tienen legitimidad democrática", declaró la OEA, que advirtió que tomaría medidas en base a la Carta Democrática, que incluyen la posible suspensión de Nicaragua del organismo.
El gobierno de Daniel Ortega dijo que actuó en base a un llamado que le hizo el lunes el Congreso y que luego fue respaldado por los otros poderes del Estado, todos bajo control del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).
El consenso oficialista es retirarse de la OEA, por considerarlo "injerencista" y que "obedece" a los intereses de Estados Unidos.
Managua mantiene tensas relaciones con Washington a raíz de las condenas y sanciones contra más de 30 funcionarios nicaragüenses, por corrupción y violación a los derechos humanos durante la represión de las protestas contra el gobierno de Ortega en 2018.
De acuerdo a un reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las manifestaciones dejaron 355 muertos, 1.614 detenidos, de los cuales más de 150 continúan presos, y más de 103.000 exiliados.