El obispo de Nicaragua Rolando Álvarez, retenido por la policía desde hace dos semanas en su curia para investigarlo por intentar "desestabilizar" el país, agradeció este jueves las muestras de solidaridad, en medio de tensiones entre el clero y el gobierno.
Álvarez, obispo de Diócesis de Matagalpa, norte del país y crítico del gobierno de Daniel Ortega, está retenido en su curia junto a una decena de personas desde el pasado 4 de agosto.
El miércoles, 26 exjefes de Estado o gobierno de España y América Latina publicaron un llamado al papa Francisco --que no se ha manifestado en público sobre la situación-- a adoptar "una firme postura de defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa".
La "primitiva dictadura de los Ortega-Murillo" avanza "hacia la persecución de los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las religiosas", deploran los estadistas de tendencia conservadora, entre ellos José María Aznar (España), Iván Duque y Alvaro Uribe (Colombia) o Luis Lacalle Herrera y Julio María Sanguinetti (Uruguay).
La reclusión del obispo ocurrió días después de que denunciara el cierre por parte de las autoridades de cinco emisoras católicas y demandó al gobierno respeto a la "libertad" religiosa.
La policía anunció que la Diócesis del obispo es investigada por intentar "organizar grupos violentos" e incitar al "odio" para "desestabilizar al Estado de Nicaragua".
"El señor está entre nosotros (...) el Dios que en cada eucaristía vence la oscuridad, la iniquidad, en cada eucaristía hace temblar los infiernos que los refunde en el mar de su propia maldad, ahí donde no pueden hacernos daño", aseguró este jueves.
Antes ya había dicho que se le ha dado "casa por cárcel", y que las autoridades están "haciendo sus propias conjeturas" respecto de él.
La retención del obispo ocurre en medio de los roces que la iglesia tiene con el gobierno de Ortega, un guerrillero de 76 años que se mantiene en el poder desde el 2007, amparado en tres reelecciones sucesivas.
La última ocurrió en noviembre del 2021, con sus opositores presos o exiliados y en medio de cuestionamientos internacionales.
El presidente acusa a los obispos de "golpistas" por apoyar las protestas opositoras que pidieron su dimisión en 2018.