El gobierno de México reconoce que al menos dos renombrados sitios arqueológicos mayas se han vuelto inaccesibles para los visitantes debido a la violencia de los carteles y las disputas por tierras.
La explosión de la violencia narco en Chiapas desde el año pasado ha vuelto a las ruinas de Yaxchilán completamente inaccesibles, reconoció el gobierno.
Los guías que hablaron bajo la condición de anonimato porque su trabajo está en la zona dijeron que es frecuente ver a hombres armados y retenes en el camino al sitio de Bonampak, célebre por sus murales.
Dicen que para llegar a otro sitio arqueológico, Lagartero, los viajeros deben entregar sus documentos de identidad y teléfonos celulares.
Y las autoridades reconocen que los turistas no pueden llegar a las imponentes pirámides de Toniná, porque un terrateniente ha cerrado su propiedad para exigir que el gobierno pague el derecho de paso.
Los peligros más graves son los relacionados con los carteles. Las dos bandas que se disputan las muy rentables rutas de contrabando de drogas y migrantes instalan los retenes para detectar cualquier movimiento de sus rivales.
Aunque hasta ahora ningún turista ha sufrido daños y el gobierno asegura que los sitios son seguros, muchos guías ya no llevan allá a sus grupos.
“Piden tu identificación para ver si eres poblador, para ver si realmente vives en la zona”, dijo al describir un retén casi permanente en el camino a Lagartero, una pirámide maya rodeada por prístinas lagunas de color púrpura.
Esto parece no preocupar al gobierno, que incluso responde con ira a cualquier insinuación de que existe un problema, acorde con la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador de minimizar la violencia de los cárteles, al tiempo que estos se apoderan de cada vez más territorio.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aseguró el viernes en un comunicado que Bonampak y Lagartero están abiertos al público.
Los dos guías subrayaron que el sitio arqueológico más conocido de Chiapas, la imponente ciudad maya de Palenque, está abierto y es totalmente seguro. Pero, a partir de diciembre, se han cancelado alrededor del 5% de los viajes turísticos a la zona y existen temores de que el fenómeno crezca.
Viajes antes disfrutados por algunos turistas a ruinas como las de Yaxchilán, en lo profundo de la selva, accesibles solo en una travesía en bote por el río Usumacinta ya no son posibles, o son tan riesgosos que varios tours han anunciado públicamente que no irán allá.
Los pobladores de Frontera Comalapa, de donde partían los botes hacia Yaxchilán, cerraron el camino en octubre debido a las incursiones constantes de los pistoleros.
El mismo INAH dice que no hay acceso a Yaxchilán y precisa que “el propio instituto ha recomendado a turistas no acudir en ciertos períodos a la zona arqueológica, pues podrían tener una experiencia de visita frustrada”. Pero añade que los problemas son de carácter “social” y están fuera de su control.
Las batallas entre los cárteles en Chiapas se agravaron en 2023, en coincidencia con el aumento de la cantidad de migrantes que suman alrededor de medio millón por año a través del Tapón del Darién, de Sudamérica a Centroamérica y de allí, a través de México, a la frontera con Estados Unidos.
Muchos en la nueva ola de migrantes provienen de Cuba, Asia y África y pueden pagar más que los centroamericanos, lo que vuelve a las rutas de contrabando a través de Chiapas aún más valiosas. El problema parece haber escapado a todo control.
La Guardia Nacional una fuerza cuasi-militar a la que López Obrador ha encomendado la mayor parte de la labor policial en México ha sido atacada a pedradas y garrotazos por los habitantes de varios pueblos en esa región de Chiapas en las últimas semanas.
El otro guía turístico atribuyó el hecho a que los dos cárteles en guerra, los de Sinaloa y Jalisco, suelen reclutar u obligar a los pobladores a servirles como soldados e impedir el ingreso de los efectivos de la Guardia.
Muchos habitantes de Chiapas pertenecen a grupos indígenas como los choles o lacandones, descendientes de los antiguos mayas. El obligarlos a servir a los grupos criminales en sus batallas tiene consecuencias terribles, ya que algunos grupos tienen muy pocos miembros o ya están envueltos en luchas por la tierra.