El gobierno del presidente Joe Biden anunció el jueves que comenzará a rechazar inmediatamente a los cubanos, haitianos y nicaragüenses que crucen ilegalmente la frontera entre Estados Unidos (EEUU) y México, la medida más audaz del mandatario estadounidense hasta el momento para hacer frente al creciente arribo de migrantes a la frontera.
“No, no se presenten simplemente en la frontera”, declaró Biden el jueves al anunciar los cambios, aunque también reconoció las penurias que orillan a las familias a hacer el peligroso viaje hacia el norte. “Quédense donde están y hagan la solicitud legalmente desde allí”, aconsejó.
Biden hizo el anuncio días antes ir a El Paso, Texas, el fin de semana, su primer viaje a la frontera sur como presidente, antes de dirigirse a Ciudad de México el lunes para reunirse con los mandatarios de México y Canadá.
Funcionarios de Seguridad Nacional dijeron que comenzarían a negar el asilo a quienes eludan las vías legales y que no soliciten asilo primero en el país por el que viajaron camino a Estados Unidos.
En su lugar, el gobierno anunció que aceptará al mes a 30.000 personas de las cuatro naciones durante dos años y que les ofrecerá la posibilidad de trabajar legalmente, siempre y cuando procedan de forma legal, tengan patrocinadores que reúnan los requisitos y superen los controles de antecedentes.
Los ciudadanos de estas cuatro naciones se encuentran entre los que más han aumentado los cruces fronterizos de migrantes, sin que exista una forma fácil de devolver rápidamente a los migrantes a sus países de origen.
La medida, aunque ya se esperaba, generó críticas de los defensores del asilo y los migrantes, quienes han tenido una relación difícil con el presidente.
“Hoy el presidente Biden reconoció correctamente que buscar asilo es un derecho legal y habló con empatía sobre las personas que huyen de la persecución”, declaró Jonathan Blazer, director de estrategias fronterizas de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU). “Pero el plan que anunció vincula aún más a su gobierno con las venenosas políticas antiinmigrantes de la era Trump, en lugar de restaurar el acceso justo a las protecciones de asilo”.
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El número de migrantes que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México ha aumentado drásticamente en los dos años que lleva Biden en el cargo. Hubo más de 2,38 millones de detenciones el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, la primera vez que el número superó los 2 millones. El gobierno actual ha tenido problemas para tomar medidas drásticas en los cruces, reacio a adoptar acciones duras que se asemejen a las de la administración Trump.
Eso resultó en críticas implacables de los republicanos, que dicen que el presidente demócrata es ineficaz en cuanto a la seguridad fronteriza, y la mayoría republicana de la Cámara de Representantes ha prometido investigaciones en el Congreso.
La nueva política podría resultar en que 360.000 personas de estas cuatro naciones ingresen legalmente a Estados Unidos en un año. Actualmente, sin embargo, muchas más personas de esos países intentan cruzar a pie a suelo estadounidense. Los migrantes de esos cuatro países fueron detenidos 82.286 veces sólo en noviembre.
Durante la presidencia de Trump, Estados Unidos exigió a los solicitantes de asilo que esperaran al otro lado de la frontera, en México, pero los masivos retrasos del sistema de inmigración estadounidense crearon demoras largas, lo que llevó a que surgieran campamentos fétidos y peligrosos en la frontera, donde los migrantes se veían obligados a esperar. Ese sistema terminó bajo la presidencia de Biden, y los migrantes que son devueltos actualmente no serán elegibles para recibir asilo.