El gobierno del ultraliberal, Javier Milei, anunció un endurecimiento de la política de seguridad para el control de protestas callejeras en Argentina, en la misma semana en la que implementó un plan económico de fuertes ajustes que ha generado el rechazo de sindicatos y organizaciones sociales.
Según el nuevo protocolo de orden público, los cuerpos de seguridad federales emplearán “la mínima fuerza necesaria y suficiente y será graduada en proporción a la resistencia” hasta que la vía pública quede liberada.
También contempla la prohibición de protestar con el rostro tapado que impida la identificación del manifestante y la portación de palos. “La ley no se cumple a medias. Se cumple o no se cumple. Nosotros la vamos a cumplir”, remarcó Bullrich.
Buenos Aires es epicentro casi a diario de numerosas protestas, especialmente en el centro de la ciudad, que generan caos vehicular y malestar de sus residentes.
La presentación de Bullrich ocurre dos días después de que el gobierno anunciara un severo plan de ajuste económico para bajar el déficit fiscal que, entre otros puntos, incluye la devaluación del peso argentino más del 50%, el despido de empleados públicos, la reducción de subsidios al transporte y la energía y la suspensión de la obra pública, que tendrán un fuerte impacto social.
Al poco de asumir Milei, organizaciones de desempleados convocaron a una movilización para el próximo 20 de diciembre, cuando se cumple un nuevo aniversario del estallido social de 2001 que dejó decenas de muertos.
A su vez, la principal central sindical advirtió la víspera que no se quedará “de brazos cruzados” si el plan de Milei afecta los salarios y las jubilaciones.
El nuevo plan de seguridad plantea, además, sanciones no se detalló cuáles para los manifestantes que vayan acompañados por menores de edad.
La ministra de Seguridad sugirió que los extranjeros con residencia provisoria que participen de protestas callejeras corren riesgo de deportación al adelantar que se notificará a Migraciones si son detenidos.
En uno de los puntos más controvertidos del nuevo protocolo, Bullrich informó que los costos vinculados al operativo de seguridad deberán correr por cuenta de “organizaciones y/o individuos responsables” de toda manifestación que impida la libre circulación.
La funcionaria indicó que las medidas se basan en un artículo del Código Penal que pena con prisión de tres meses a dos años a quien “sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o los servicios públicos de comunicación, de provisión de agua, de electricidad o de sustancias energéticas”.
Los cuestionamientos al anuncio no tardaron en llegar.
El sindicalista indicó que el ejercicio del derecho constitucional de huelga está amparado por tratados internacionales de derechos humanos que tienen rango constitucional.
En tanto que el diputado por la izquierda y ex candidato a la presidencia, Nicolás del Caño, expresó que “Bullrich anuncia su plan represivo para pasar el brutal ajuste anunciado” y planteó que lo que se pretende es “amedrentar” a quienes se manifiesten contra “la política criminal que generará más hambre y pérdida de puestos de trabajo”. Y proclamó: "¡Vamos a ejercer el legítimo derecho a la protesta!”.