Panamá, 24 de septiembre 2020
Desde el 7 de septiembre, fecha histórica para todos los panameños porque hace 43 años se firmaron los tratados Torrijos Carter que cambiarían el rumbo de una nación, hemos empezado otra lucha ciudadana y cotidiana que seguro se registrará en los anales de la historia como la gran batalla de esta generación - cómo cuidarnos responsablemente para no caer enfermos y en el proceso aportar al restablecimiento del orden económico en nuestro querido Panamá.
La apertura libre y el fin de la restricción de movilización por género pasan enteramente la responsabilidad de cuidarnos al ciudadano. Lamentablemente hay limitaciones importantes que salen del control de muchos como lo son las situaciones de hacinamiento por la deplorable situación económica que viven miles de familias y que han obligado a la convivencia en conglomeración, por ejemplo, o el transporte público que necesita mejorar mucho aun.
La larga cuarentena contuvo en algo el contagio pero no fue infalible. De hecho, fue demasiado extensa y ahora vemos cómo la desesperación por salir lleva a hordas de personas a abarrotar espacios abiertos, más seguros pero ya más peligrosos por no respetar el distanciamiento social. El pasado fin de semana vivimos situaciones de restaurantes abiertos sin permiso, de eventos en bares cuando todos deben estar cerrados, de reuniones familiares para celebrar fiestas cuando son precisamente los escenarios donde más contagios se dan.
Ahora, como se compara esa ansiedad por ir a un bar, a una fiesta, a un baile o a la playa contra el prospecto de rebrotes que lleven a las autoridades de salud a cerrar todo, de nuevo? Si hay 60% de micro empresarios que no pueden abrir ahogados por los pagos de alquiler pendientes pues como sobrevivirán otro cierre?
La implosión económica que trae el posible rebrote condenara al país a una ola de criminalidad que jamás hemos visto. El luto no lo provocara el COVID19 si no los asaltos, robos, enfermedades mentales y otros escenarios de casos de salud que no puedan atenderse por lo saturado que quedarían salas de atención médica.
El lunes 28 abren restaurantes - un pilar de la economía de consumo. Es responsabilidad conjunta de los dueños, de los colaboradores y de los ciudadanos denunciar casos donde no se respeten las normas de bioseguridad.
Entiendo el deseo por respirar aire fresco en el Causeway; entiendo la necesidad de tomarse un par de cervezas con los amigos después de una birria de basket; lo entiendo, lo sufro y lo anhelo, pero nada, absolutamente nada hoy puede justificar un accionar irresponsable que lleve a las autoridades del MINSA a cerrarnos nuevamente. Y, por favor, no lo duden, ni por un seguro que eso es lo que harán: hagamos nuestra parte donde #TodoPanamá se cuida, usa la mascarilla, se lava las manos, practica distanciamiento social y sale adelantar fortalecido.
FUENTE: Redacción Eco