El cantante y expolítico panameño, Rubén Blades se pronunció sobre la reciente decisión de los Estados Unidos de nombrar al expresidente Ricardo Martinelli como corrupto.
La semana pasada, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, anunció al mundo que el ex-presidente de Panamá, Ricardo Martinelli Berrocal, es "inelegible" para ingresar a Estados Unidos. El anuncio ha causado un revuelo enorme y ha sido repetido y comentado en todas partes, en ningún lugar más que en mi país de nacimiento.
En lo personal, la declaración de Blinken no me sorprendió en lo más mínimo, y creo que a Martinelli tampoco. Hace meses escribí que la condena de la justicia estadounidense a sus hijos, por aceptar sobornos y por "lavar" dinero, era solo el inicio de acciones en contra del ex mandatario. Indiqué como probable el que ya le tengan preparado un "indictment" (una acusación formal por un delito considerado como grave), que harán pública o no, de acuerdo a factores aún por producirse. Sus socios y allegados, y todos sus negocios, ya deben estar en la mira de las autoridades norteamericanas y probablemente todos terminen ingresando a la "Lista Clinton", algo que de hecho los convertiría en parias económicos a nivel mundial.
En mi Panamá, donde los medios que no saben comunicar contratan a gente que no sabe escribir para que informen a gente que no quiere leer, imagino que muchos ojos pasaron una mirada rápida al encabezado y con eso se dieron por informados.
Uno de nuestros males inmediatos es el don para interpretar y simplificar erróneamente los hechos; otro, es una sobrenatural capacidad para descalificar a la calidad y valorar lo superfluo, eliminando a la realidad y elevando la percepción ineducada al nivel de consecuencia reservado para la ley natural que rige a la física.
Mi lectura del anuncio de Blinken corrobora lo que también indiqué hace meses: Martinelli no será presidente de Panamá otra vez.
Uno de los arruinados sabihondos que pululan en nuestra sociedad me recriminó cuando mencioné que la oposición del gobierno gringo resultaba una enorme dificultad para una aspiración presidencial en Panamá.
El pronunciamiento emitido por el norte en tal sentido más claro no pudo haber sido expresado y el mayor problema ahora para Martinelli, antes de partir para Italia, adonde quizás termine sus días, es el negociar con sus enemigos y aliados políticos para garantizar una salida de Panamá que le permita mantener lo que aún le queda de su fortuna. Probablemente utilizará su candidatura como un arma para intimidar y obtener el mayor margen posible de ventaja personal conque evitar repetir la experiencia del Sr. Abdul Waked, el protagonista de la caída del poder más espectacular y conocida, desde el episodio del "¡Buen salto, Rubén!".
El caso Martinelli me recuerda al de Noriega: gente alegando patriotismos para defender a un corrupto indefendible. A diferencia del ex militar, el ex presidente puede estar más dispuesto a considerar un arreglo que garantice su seguridad y dinero a cambio de que se mude del país. Ya en Italia tiene a su secretario privado, "Chichi" Obarrio, que podría estar abonando el terreno para su regreso. No fueron por gusto sus nacionalizaciones como italianos; el "por si acaso" se les vino encima más pronto de lo que imaginaron.
Los más espantados por la declaración del Secretario Blinken son los círculos de "rabiblancos" y del poder económico criollo.
Aparte de la inconcebible idea de que un panameño tenga prohibido ir a esquiar a Aspen, les resultaría imposible imaginar una realidad sin el patrocinio y/o apoyo de los Estados Unidos, país que hoy representa la mayor cantidad de inversión directa para Panamá (unos 3.1 billones de dólares), hecho que, sumado a los aproximadamente 8.8 billones de dólares en intercambio de bienes entre ambas naciones, hacen de la potencia del norte, nuestro mayor socio comercial.
A los que hoy dicen apoyar a Martinelli para presidente en el 2024 creyendo que "él va a repartir chen-chen", les espera una enorme decepción.
El gobierno de Estados Unidos no facilitará préstamos, ni permitirá a empresas, compañías, corporaciones privadas, o individuos de ese país que sostengan o inicien negocios o inversiones en un Panamá gobernado por un presidente oficialmente declarado como corrupto por el propio Secretario de Estado norteamericano. Y que conste: sé que históricamente Estados Unidos ha colaborado, sostenido, patrocinado y apoyado corrupciones a tutiplén, desde la de gobiernos (Afganistán y Arabia Saudita, por ejemplo) hasta la de individuos (nuestro Manuel Antonio Noriega) para desarrollar los propósitos globales de su voluntad geopolítica y económica. En Panamá, el Sr. Martinelli es un "loose cannon" y para "El Norte", áreas de importancia estratégica como Panamá y nuestro Canal no pueden estar sujetas a los vaivenes de un psicópata.
Cuando el presidente Joseph Biden, en su discurso del 3 de junio del 2021, declaró que "la corrupción es considerada como un tema de seguridad nacional para Estados Unidos", extendió más allá de sus fronteras la posibilidad de acciones dirigidas, entre ellas, a individuos corruptos, (c) "hold accountable corrupt individuals"... Basado en esas instrucciones, la abogada boricua y hoy Embajadora de Estados Unidos en Panamá, Mary Carmen Aponte, indicó que próximamente "habrán más designaciones" de personas y de negocios corruptos en nuestro país. Ya debe haber empezado en firme la huida de los socios comerciales del ex presidente, esquíen o no, para evitar ser también investigados e incluidos en la lista de corruptos criollos.
Hacia la elección del 2024, la situación ideal para sostener el "status quo", léase no asustar a los inversionistas y defender el principio de país "open for business", sería la del triunfo de Rómulo Roux, con un Cambio Democrático (CD) bajo su dirección. Creo que ya debe haber empezado el cabildeo para que Ricardo Lombana, con su "Otro Camino", considere una alianza con Roux que produzca la nómina presidencial de dos figuras aun no muy conocidas y por eso, no efectivamente descalificadas. La mancuerna tendría la bendición de la "rabiblancura", de los círculos de poder económico nacional y sin duda alguna, del Departamento de Estado norteamericano.
Desafortunadamente para nuestro país, esa fórmula en mi opinión no ofrecerá una solución al problema real: la necesidad de eliminar el presente esquema legislativo y judicial corrupto que nos gobierna desde hace mucho, empezando por el reemplazo del actual paradigma administrativo. Aunque está por verse que plantearían, nada indica que estén considerando el tipo de cambio de rumbo que desesperadamente requiere nuestra situación nacional. Más bien, ambos parecen dispuestos a repetir la imposible misión de crear un omelette sin romper los huevos.
No voy a repetir lo que ya he comentado como alternativas posibles. Si la persona que lee estas líneas se interesa por esas propuestas, podrá encontrarlas en el índice de mi página web en dónde se mantienen archivados todos mis artículos (https://www.rubenblades.com/indice).
Al presente, ningún posible candidato ha expresado ideas concretas para crear el Panamá que debe y puede ser.
Me han dicho que algunos esperan que me manifieste a favor de cualquier opción electoral que no sean Martinelli o el PRD.
Aprovecho entonces para aclarar varias cosas:
1. En la próxima elección no apoyaré candidaturas, nóminas, ni a partido alguno que no se comprometa a eliminar al clientelismo y a la actual estructura administrativa que lo sostiene.
2. Exigiré que los candidatizados presenten públicamente el cómo, con qué, y con quienes proponen realizar ese fundamental y revolucionario cambio de ruta, para beneficio de nuestra Panamá.
3. No voy a permitir que me recluten para usarme como una botella de cloro con la cual limpiar agendas ocultas y/o antipatria, que con el pretexto de alcanzar "la paz social" en verdad procuran proteger los intereses de una minoría, y no los de toda la república.