La diputada de MOCA, Grace Hernández, es clara y directa el 2026 será un año legislativo pesado, incómodo y decisivo. La nueva legislatura arranca con una agenda cargada de temas sensibles donde la corrupción, el crimen organizado y las reformas institucionales no pueden seguir pateándose.
Hernández reconoce que el crimen organizado evoluciona constantemente, por lo que las leyes no pueden quedarse congeladas en el tiempo. “Si no se actualizan, la impunidad sigue ganando terreno”, sostiene. Y va más allá: considera inevitable que estas estructuras tengan algún nivel de influencia dentro de la Asamblea, de lo contrario dice no estarían tan bien blindadas.
Pero el desafío no se queda solo en aprobar proyectos. La diputada insiste en que el verdadero trabajo legislativo ocurre fuera del micrófono: consensuar, negociar y conseguir votos. En un hemiciclo de 71 diputados, recuerda que basta con 36 para aprobar leyes, pero llegar a ellos requiere diálogo real, no discursos para la galería.
Planilla de la Asamblea
Incluso después de auditorías que evidenciaron irregularidades. Hernández admite que no maneja información interna detallada, pero subraya que hay dos herramientas clave que deben revisarse con urgencia: el reglamento interno de la Asamblea y la ley de carrera legislativa. Ambos, asegura, no pueden seguir postergándose y deben resolverse en los próximos seis meses, lo que representa un reto directo para la presidencia del Legislativo.
Ambiente político
La diputada espera un cambio de tono desde el Ejecutivo. De cara al próximo discurso presidencial, pide más escucha y menos confrontación. “El país necesita paz”, afirma, y recalca que en la Asamblea el malestar ciudadano es evidente. Ella, asegura, escucha a la gente todos los días, incluso los fines de semana.
Propuesta de una constituyente
Hernández se muestra cauta. Por el contexto y el momento político, considera más viable avanzar con reformas puntuales que intentar un proceso mayor sin claridad ni consenso. Con los cambios al Código Electoral en el horizonte y un escenario complejo, ve poco espacio para una transformación constitucional profunda en este momento.
El mensaje es claro: la nueva legislatura no tendrá margen para improvisar. Entre corrupción, reformas, planilla, agenda electoral y demandas ciudadanas, el 2026 pondrá a prueba la capacidad real de la Asamblea para responderle al país… y no solo hablar de hacerlo.
