Augusto Jiménez, productor en Tierras Altas, advirtió sobre el impacto económico y social que provocan los cierres de vías y protestas en la región agrícola más importante del país, alertó que las interrupciones en la producción y distribución de alimentos están dejando secuelas profundas en el sector.
Jiménez lamentó que, pese a las experiencias pasadas, el país vuelva a enfrentar bloqueos que afectan la soberanía alimentaria y el libre tránsito. “Nuestra cosecha no es para consumo propio, es para venderla. Si no se puede transportar, no hay cobro, y se rompe toda la cadena”, explicó.
Según detalló, durante los bloqueos del año pasado en Tierras Altas, las pérdidas llegaron a un millón de dólares diarios, solo en productos que no pudieron salir de las fincas.
Pérdidas económicas de productores de tierras altas
También criticó que mientras algunos sectores pueden protestar sin consecuencias económicas, los productores siguen obligados a pagar planilla y cumplir con compromisos, aunque su producción se pierda. “Es fácil irse a la protesta cuando tienes asegurado el 15 y el 30. Nosotros tenemos que seguir honrando salarios, aunque las hectáreas sembradas se pierdan.”
Además, hizo referencia a la desconexión entre algunos sectores y el campo: “Una excandidata presidencial dijo que los panameños no comían lo que producimos en Tierras Altas. Eso demuestra una total ignorancia de la realidad”.
Sobre las consecuencias de no atender la situación, advirtió: “El día que no tengamos alimentos, valoraremos el trabajo que hoy se desprecia. El sector primario multiplica cada dólar invertido por tres en la economía nacional”.
Productores de Tierras Altas piden respuestas al Gobierno:
Para Jiménez, la solución no está en dividir al país, sino en enfocarse en producir más: “Queremos protestar, sí, pero que sea porque tenemos un exceso de marañón, yuca y plátano que nos obliga a exportar. No porque nos están impidiendo alimentar a la nación”.
Finalmente, concluyó con una reflexión preocupante: “En Tierras Altas, ya yo soy considerado joven. Nadie quiere entrar al campo. ¿Quién alimentará al país en 10 o 15 años si seguimos así?”