El movimiento libertario empieza a tomar forma en Panamá apostando por la educación libertaria y, para Adrián Castillo, vocero de la Fundación Libertad, este es apenas el inicio de una corriente que busca abrirse paso en un país acostumbrado a la política clientelar y a un Estado omnipresente. “Es un nuevo comienzo, no solo para Panamá sino para Latinoamérica”, afirma.
Castillo resume el libertarismo como “el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo”, sostenido en principios como la no agresión, la defensa de la vida y el libre mercado. Aclara que no debe confundirse con el anarquismo: “El anarquismo busca eliminar el Estado. El libertarismo reconoce su existencia, pero reducido a funciones básicas. Queremos orden, pero sin que el Estado se meta donde no debe”.
El punto de quiebre: la elección en la Universidad de Panamá
El movimiento saltó al escenario público con las elecciones internas de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá, donde por décadas dominó un bloque de izquierda. Contra todo pronóstico, los libertarios ganaron.
El triunfo no fue solo político; también fue un choque cultural. Castillo recuerda que, tras la victoria, las tensiones subieron de tono. “Hubo agresiones físicas y verbales. Se perdió la línea del debate. Nosotros siempre apostamos por el respeto, incluso si perdíamos”, dice.
Aun así, asegura que el ambiente se ha calmado. “Fuera del periodo electoral, todo mejora. Pero ese comportamiento se ve en todos lados: cuando la izquierda pierde, se victimiza o recurre a la presión callejera. Y cerrar calles afecta empleos y producción”.
¿Es Panamá tierra fértil para las ideas libertarias?
Para Castillo, sí. Más que un tema ideológico, lo ve como un momento oportuno. “El panameño entendió con la crisis de la mina que el problema de fondo es la corrupción. Estamos en un Estado burocrático que espanta la inversión y limita el crecimiento”.
Reconoce, sin embargo, que el camino no es fácil. La política clientelar y la cultura del “¿qué hay pa’ mí?” están profundamente arraigadas en la sociedad. Subsidios, exoneraciones y favores estatales se han convertido en normalidad. “Ese chip pesa muchísimo”, admite.
Aun así, pone como ejemplo a Argentina y el ascenso de Javier Milei. Un país agotado por la corrupción y la crisis terminó abriéndole la puerta a un discurso radicalmente distinto. En Panamá, ¿haría falta un personaje así?
¿Qué viene para los libertarios?
La estrategia es clara: educación primero. Expandir la conversación sobre libre mercado, reglas claras, responsabilidad ciudadana y un Estado eficiente y limitado. Según Castillo, las nuevas generaciones ya muestran interés real por estas ideas.
