Agatha tenía casi cuatro años cuando le dice a su madre Thamiry Nunes, ''Mamá, ¿Puedo morirme hoy y volver a nacer mañana como niña?'' , ya que no quería ser niño/ hombre por ende deseaba convertirse en una niña transgénero. Thamiry Nunes de ,33 años, sabía que le esperaba un camino difícil y repleto de obstáculos ya que vivían en Brasil, el país con mas asesinatos de personas transgénero, en el mundo y sin apenas centros de asistencia pública para menores que no están conformes con su género.
Confirman que a la pequeña Agatha la lastimaron mucho los intentos de reafirmarle su masculinidad, por eso su madre le permitió hacer el cambio que la pequeña tanto añoraba.
En Brasil, las cirugías de cambio de sexo solo están permitidas si eres mayor de edad, es decir, con 18 años. Hoy en día, Agatha con ocho años de edad tiene todas las facciones que tanto deseaba y está muy contenta según cuenta su madre.
La madre dijo, ''no era mi sueño tener una niña transgénero, tuve muchas dudas''.
Cabe recalcar que Brasil es el país con más asesinatos y muertes violentas de personas transgénero. Cuentan con 95 muertes de tal entre octubre 2023 a septiembre de 2022 o 29% del total mundial.
Liberados a su suerte
A eso se suma el avance del conservadurismo durante el mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), defensor de la familia tradicional, y reafirmando en la amplia mayoría de derecha elegida el año pasado en el Congreso.
''Cada vez que mi hija sale, temo que le digan que es una aberración, la golpeen o la excluyan...Y cuando vuelve me siento privilegiada'', dice Nunes entrecortada.
Nunes se convierte en activista por los derechos de niños y adolescentes transgénero. Ella fundó en 2022 la ONG, Minha Crianca Trans (mi niño trans), que cuenta con casi 600 miembros.
Nunes dice, ''Es absurdo que el Estado no tenga mecanismos de protección para nuestros hijos y otros niños adolescentes transgénero que son violados o victimizados. Queremos políticas públicas, porque hoy en Brasil está liberado a su suerte''.
Para Aline Melo, miembro de la ONG, la tolerancia ''ha retrocedido en los últimos años'' en Brasil. ''Mi hijo Luiz Guilherme, un adolescente transgénero de 14 años, tiene orgullo de ser quien es, pero sabe que de la puerta para afuera no siempre puede'', mostrarse libremente, lamenta.
Expulsados de casa
Brasil, país con 214 millones de habitantes, solo hoy cinco centros públicos de atención a niños y adolescentes por cuestiones de identidad y género.
Uno de los centros en el del Hospital de Clínicas de la Universidad de Sao Paulo, donde son casi 400 miembros, alrededor de un centenar de 4-12 años, y tiene una larga fila de espera.
En casos de incongruencia de género, los más pequeños son acompañados en su ''transición social'', mientras los púberes pueden retrasar la aparición de signos como la menstruación o la barba mediante bloqueadores. A partir de los 16, pueden recibir hormonas para desarrollar rasgos sexuales del género con el que se identifican.
Agatha y Luiz Guilherme forman parte del centro de Sao Paulo. En ese caso ''se sienten comprendidos y acompañados en su descubrimiento'', explica psicóloga Larissa Todorov, experimentada en el ambulatorio paulista. Pero pocos pueden acceder a tal asistencia, dotada de recursos escasos.
Carolina Lara, de 30 años y legisladora inter sexo de Sao Paulo, destaca pese a todo algunos progresos actuales respecto a su generación.
Pero, aún ''hay adolescentes transgénero y travestis expulsados de la casa con 13 años, que van a parar a la prostitución'', advierte.