El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, propuso este martes al ELN un alto al fuego bilateral para reiniciar los diálogos de paz con esa guerrilla, la última reconocida en el país tras el desarme de las FARC.
Durante su presidencia, Juan Manuel Santos (2010-2018) sostuvo diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), pero su sucesor, el saliente mandatario derechista Iván Duque, los sepultó tras un brutal atentado contra una escuela de la Policía que dejó 22 muertos, además del agresor.
Desde entonces Duque exigió a esta guerrilla - surgida en 1964 tras la Revolución cubana - que cesara totalmente sus ataques para retomar conversaciones que se sostenían en La Habana.
Tras la elección de Petro, el 19 de junio, los rebeldes manifestaron su "plena disposición" para negociar con el primer gobierno de izquierda en la historia de Colombia.
Duque presionó a Cuba para que capturara y entregara el equipo negociador del ELN.
Pero Cuba apeló a los protocolos firmados por las partes para garantizar el retorno de los rebeldes a su país si fracasaba el proceso de paz, lo que derivó en un deterioro de las relaciones bilaterales. Noruega era garante de esos acuerdos.
Aunque el pacto de paz que desmovilizó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2017 alivió la violencia política, Colombia vive un agudo rebrote de violencia por cuenta de grupos armados que lucran con el narcotráfico y la minería ilegal.
Petro dijo que su oferta al ELN y otras organizaciones en armas contempla "negociaciones judiciales, en la mayoría de los casos, y negociaciones políticas" en algunos otros "para lograr que se acabe la guerra en Colombia".
No obstante los duros golpes que ha recibido, el ELN está en expansión y hoy cuenta con 2.500 miembros, según cifras oficiales.
Al momento de las negociaciones su pie de fuerza era de unos 1.800 rebeldes que ejercen fuerte influencia en la región del Pacífico y en la frontera con Venezuela.