Miles de seguidores del presidente Jair Bolsonaro pidieron a los militares de Brasil que mantengan al mandatario ultraderechista en el poder a pesar de que este se declaró dispuesto a entregar las riendas a su rival de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
Por su parte, los conductores de camiones, que desde hace días protestan por la derrota de Bolsonaro con bloqueos de carreteras, los mantienen a pesar de la orden de la Corte Suprema de desmantelarlos.
Mientras tanto, desde todo el mundo llegan reconocimientos de la victoria de Lula y la recomendación de la Corte Suprema a Bolsonaro de que acepte los resultados de los comicios del sábado. Ministros del gabinete, gobernadores electos y líderes evangélicos que han sido partidarios estridentes de Bolsonaro se muestran abiertos al gobierno izquierdista entrante.
Las fuerzas armadas, que tuvieron un amplio papel bajo el gobierno de Bolsonaro, han permanecido en silencio desde la primera vuelta electoral, señal de que están tomando distancia del excapitán, dijeron expertos a The Associated Press.
Bolsonaro perdió en una contienda estrechísima en la que obtuvo el 49,1% de los votos contra 50,9% de da Silva. Fue el resultado más ajustado desde el regreso de Brasil a la democracia en 1985 y la primera derrota electoral que sufrió Bolsonaro en 34 años de carrera.
El presidente saliente tardó dos días en hablar a la nación y existían conjeturas de que se opondría al resultado después de cuestionar reiteradamente la fiabilidad del sistema electoral antes de los comicios.
En un discurso de menos de dos minutos desde la residencia presidencial el martes, no llegó a reconocer el triunfo de da Silva, pero dijo que acataría la constitución. También alentó las protestas de sus partidarios mientras fueran pacíficas.
Inmediatamente después, su jefe de despacho dijo a la prensa que Bolsonaro lo había autorizado a iniciar el proceso de entrega del poder, y horas más tarde, trascendió que el presidente dijo a miembros de la Corte Suprema que su batalla electoral contra da Silva había finalizado.
Al igual que el expresidente estadounidense Donald Trump, a quien admira abiertamente, Bolsonaro ha dicho que las máquinas de votación electrónicas facilitan el fraude. No ha presentado pruebas de ello, a pesar de que el tribunal electoral se lo ha ordenado.
Muchos de sus partidarios también cuestionan los resultados, y los camioneros que respaldan al presidente han levantado cientos de barricadas en todo el país. El miércoles, la policía caminera dijo que había levantado 630 barricadas y aún quedaban 150 por levantar.
En una barricada en el estado de Sao Paulo el martes, los manifestantes encendieron neumáticos. Se veían larguísimas filas de autos avanzando lentamente por la autopista. En Itaboral, estado de Río de Janeiro, un periodista de AP vio a camioneros que se arrodillaban frente a la policía y se negaban a abandonar el lugar.
El gobernador de Sao Paulo, Rodrigo Garcia, dijo que el tiempo de las negociaciones había terminado y que no descartaba desmantelar las barricadas por la fuerza.
Pero los seguidores de Bolsonaro siguen resistiendo. Usuarios de redes sociales, como Telegram y Whatsapp, difundían reclamos de que los militares salgan a la calle, que disuelvan el Congreso y la Corte Suprema y que el presidente siga en el poder.