Líderes indígenas de distintas etnias panameñas aprendieron a usar drones y otros aparatos tecnológicos para poder vigilar los bosques y evitar así la deforestación, informó hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el taller, que se inició en abril y duró cerca de un mes, estuvieron presentes miembros de las comarcas Ngäbe-Buglé, Embera-Wounaan y Guna de Madugandi.
" Los pueblos indígenas son los principales habitantes de los bosques y juegan un papel vital en su cuidado", indicó el organismo internacional.
La vigilancia, precisó la FAO, se realiza en áreas que están siendo deforestadas y degradadas y "que solo son observables con el uso de imágenes de muy alta resolución espacial". Los drones pueden volar bajo la lluvia y en medio de incendios forestales, por lo que generan información durante todo el año.
" Estas herramientas nos permiten conocer las características de los bosques y los recursos que tenemos en nuestros territorios", indicó el representante de la comarca Ngäbe-Buglé Eliseo Quintero.
La Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon) calcula que cada año se pierden por la deforestación en Panamá cerca de 20.000 hectáreas y que en total hay 2 millones de hectáreas degradadas, de las cuales solo se ha podido recuperar el 14 %.
Cerca del 75 % del territorio panameño son bosques tropicales. La provincia selvática de Darién y la comarca Ngäbe-Buglé son las más afectadas por la deforestación.
Según un informe publicado por la ONU en marzo de 2014, la reducción de las masas forestales entre 1992 y 2012 supuso una pérdida de 3.700 millones de dólares para la economía panameña.
En ese estudio se explica que la contribución de los bosques a la economía de un país se puede medir a través del producto interior bruto (PIB), puesto que el sector forestal forma parte de una cadena de producción que directa o indirectamente incide en el sector agropecuario, industrial, de construcción y en las manufacturas.
" Una adecuada gestión del sector forestal contribuye a reducir la pobreza mediante la creación de puestos de trabajo, la producción de alimentos, la protección de cuencas hidrográficas y la prestación de otros servicios ecosistémicos, tales como el almacenamiento o captura de dióxido de carbono", concluyó la FAO.