Panamá, 16 de junio de 2020.
En diciembre de 2019, cuando apenas se escuchaba hablar del coronavirus en una ciudad de China (Wuhan), ubicada a 15,364 km de distancia de Panamá, Rodríguez recibía con cierta dejadez información del tema y hasta la subestimó porque creyó improbable que llegara tan lejos.
‘Pensé que era un virus normal de los que ya se han estudiado, pero nunca imaginé el impacto que tendría en mi vida y lo complicado que es su abordaje’, comparte ahora el médico, tres meses después de que apareció el primer caso en Panamá.
La suerte estaba echada y para su sorpresa sería el médico encargado del equipo de respuesta rápida (ERR) que conformó la Caja de Seguro Social en todas las instalaciones de salud, para captar y dar seguimiento domiciliario a los casos positivos de COVID-19, en este caso, en la instalación donde trabaja.
Pasó noches completas sin dormir. Confesó sin vacilar que sintió ‘mucho temor’ porque en su mente volaban pensamientos catastróficos de contagio.
Luego de dos meses de enfrentarse a ese enemigo invisible, que en Panamá Oeste a afectado a 3 mil 906 y ha matado a 218 personas, según estadística del Ministerio de Salud; Rodríguez ha comprobado que la guía de Dios y la pasión por lo que hace, tomando todas las medidas de seguridad exigidas por las autoridades, son su resguardo de protección personal.
‘Amo ser médico y doy el 100% en la atención a mis pacientes; en este momento de la pandemia me ha tocado atender de una forma que no estaba acostumbrado trabajar y no dejo de pensar en los riegos que podría traerme a mí y a mi familia’, es el relato del doctor que lleva ya, dos meses lidiando con pacientes positivos en el corregimiento de Barrio de Balboa y Barrio Colón, en La Chorrera.
Ahora, más familiarizado con el virus cuenta que ‘le ha tocado atender hasta cinco pacientes en una sola casa, realizarle los hisopados y ordenarle los tratamiento correspondientes’; es decir, aquello que pensó estaba lejos de llegar, lo tiene más cerca de lo que nunca imaginó.
Para realizar esta titánica tarea de seguimiento domiciliario, que ya da muestra de agotamiento laboral en el personal de salud, y que no se convierta en un riego para él ni para su familia; antes de iniciar la atención a un paciente se coloca el equipo de protección personal (EPP) que comprende: bata, mascarilla, lentes trasparentes, gorro y guantes.
‘No es fácil trabajar con este equipo, porque es muy caliente, pero conociendo que es la única forma de protegernos es innegociable no portarla’, dice.
Comparte que en cada atención se evalúa la dificultad respiratoria, se escuchan los pulmones. Algunos presentan pocos síntomas y se recuperan más rápidamente que otros.
El Dr. Rodríguez es uno de los miembros del ERR que tiene la Policlínica “Dr. Santiago Barraza”; conformado, además, por Erenio Cruz, técnico de enfermería y Rigoberto Sánchez que es el conductor asignado.
El equipo se encarga de dar respuesta rápida a los pacientes, para garantizar la cobertura y atención de pacientes en aislamiento domiciliario y prevenir complicaciones secundarias a pacientes positivos por COVID-19.
‘Recomiendo a toda la población evitar salir de casa, y si le toca salir como a mí, siga las medidas de precaución indicadas por la Caja de Seguro Social y el Ministerio de salud’, concluyó.
FUENTE: Redacción Eco Tv