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Centro de visitantes de Miraflores: imán en Canal de Panamá

El barco cargado de cereales cruza el Canal pegado a las paredes de las esclusas, aunque sin golpearlas, tirado a cada lado por tres locomotoras o "mulas" de 40 toneladas cada una que lo centran y estabilizan mediante cables. Es una operación inmaculada, de alta precisión, que concluye al cerrarse compuertas de acero de 700 toneladas, del tamaño de un edificio de ocho pisos, que están mayormente sumergidas bajo el agua.

La rutina dura casi un ahora y se repita decenas de veces todos los días, causando asombro entre los visitantes que observan desde un mirador. Lo más impactante tal vez sea la forma en que las dos cámaras de las esclusas se llenan de agua dulce para elevar el buque y luego bajarlo al nivel del mar para que siga rumbo al Pacífico.

Cada vez que cruza un barco, se vierten al mar alrededor de 100 millones de litros de agua dulce, comenta una guía del Canal.

"Impresiona la magnitud de esta obra", dijo Vicky Londoño, oriunda de Barranquilla, Colombia y quien con su esposo utilizó una escala prolongada para visitar el Canal.

Ahora que comenzó a funcionar una ampliación del Canal, a la distancia se puede observar los barcos gigantescos llamados "Neopanamax" que están empezando a cruzar la nueva vía inaugurada el 26 de junio.

Poco después que pasó el granelero hacia el Pacífico, un barco color celeste con gas licuado de petróleo salía de las nuevas esclusas de Cocolí hacia el Atlántico.

"Esto es espectacular", expresó Tom Matz, un abogado retirado de 66 años y oriundo de Nueva York. "El pasado, presente y futuro del Canal aquí".

La ampliación del Canal no ha hecho sino aumentar el interés turístico en esta imponente obra de ingeniería construida hace poco más de un siglo y que revolucionó el comercio marítimo mundial. Es un sitio muy fácil de visitar, incluso para las personas que hacen escalas en sus viajes internacionales a otros destinos ahora que Panamá es una importante plaza financiera, con uno de los movimientos comerciales y de transporte más intensos de América Latina.

Se encuentra cerca del centro de la ciudad y cualquiera que tenga cinco horas puede darse una vuelta por el centro de visitantes de Miraflores, en las esclusas del mismo nombre, en la entrada del Pacífico.

El año pasado ingresaron al país 2,3 millones de turistas, lo que representó un incremento de 10% respecto al 2014. El centro atrae en temporada alta (enero-abril) hasta 3.000 visitantes diarios y unos 1.000 en la temporada baja.

Una recomendación si piensan visitar Miraflores: llevar catalejos.

Las autoridades del Canal no tienen planes al menos en los próximos dos años de construir algún mirador en las nuevas esclusas del Pacífico. En el Atlántico sí existe uno para apreciar las nuevas esclusas de Agua Clara, pero llegar hasta allá puede tomar hasta una hora o más en automóvil.

En Miraflores también puedes visitar un museo de cuatro salas en el centro de visitantes, del que muchos salen impresionados, particularmente con la primera sala llena de objetos, fotos y videos de la construcción desde la época de los franceses; y la tercera donde hay un simulador y usted puede convertirse en capitán y controlar el buque por las esclusas.

"Nacimiento de una ruta", lees cuando ingresas, y de entrada te encuentras con un carrito volquete que fue utilizado para transportar tierra hace más de un siglo y con el ruido e imágenes pasadas en una pequeña pantalla de las explosiones en el punto más estrecho de la zanja --Corte Culebra-- que más dificultades ocasionó durante las excavaciones.

Llaman la atención las fotos blanca oscuras de los trabajadores, muchos de ellos de las Antillas y sobrevivientes en una titánica excavación y construcción en donde murieron más de 25.000 obreros por enfermedades como la fiebre amarilla.

El centro abre con horario de 9:00 de la mañana a las 5:00 de la tarde y cuenta con una cafetería y una heladería. Pero si desea almorzar, en el segundo piso está el restaurante Atlantic & Pacific, que ofrece un caro bufete diario de comida bautizada "neo-Panamá", peruana con toques panameños, por un precio para adultos de 48 dólares y 16 para los menores de entre 6 y 12 años.

Para los viajeros con escala en el aeropuerto de varias horas, pueden tomar un taxi que los lleva a Miraflores en alrededor de 30 y 45 minutos, aunque se pueden encontrar con los embotellamientos rutinarios de la capital. El viaje, ida y vuelta, puede salir en 60 dólares o más. Desde el centro a Miraflores, puede salir más barato.

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